Cuando la atención sanitaria digital colapsa: ¿está preparada la sanidad para un apagón digital?

Cuando tu aplicación de atención médica falla, es posible que sea el día que más la necesites.
Hemos creado maravillas digitales: interfaces elegantes, diagnósticos con IA y aplicaciones que programan citas con un solo toque. La revolución sanitaria que prometía la tecnología ya está aquí, hasta que deje de estarlo.
¿Qué pasa cuando se apaga la luz? ¿Cuando fallan los sistemas? ¿Cuando atacan los hackers?
La mayoría de las organizaciones planean la “transformación digital”, pero pocas planean la “desaparición digital”.
Hablé con Sarah, cuyo hijo David vive en un centro de atención para personas con necesidades especiales. Su historia expone una peligrosa vulnerabilidad en nuestros sistemas de salud, que dependen de la tecnología digital.
La historia de Sarah revela una peligrosa vulnerabilidad en nuestros sistemas de salud dependientes de lo digital.
"David necesitaba análisis de sangre de rutina", explica Sarah. "Tiene 20 años, así que necesitaba una autorización especial como su tutora para acceder a su aplicación de salud. Hice todos los trámites con antelación. Cumplí con todos los requisitos".
La mañana de la cita, David se encontraba en ayunas. Se había organizado un transporte especial para llevarlo desde su centro hasta la clínica en otra ciudad.
Entonces ocurrió lo impensable.
El sistema se cayó. Hubo un ciberataque. De repente, no pude enviar la solicitud digital de servicio que me permitiría verlo.
David esperó, hambriento y confundido. El personal de la clínica miraba las pantallas en blanco. Nadie parecía saber qué hacer.
"Era como si todos hubieran olvidado cómo usar el papel", dice Sarah.
No se trata solo de la frustración de una familia. Es una vulnerabilidad sistémica. Optimizamos la comodidad digital, pero olvidamos la resiliencia analógica. ¿Qué sucede cuando...?
Con demasiada frecuencia, la respuesta es la parálisis.
Cuanto más avanzada sea una organización digitalmente, más necesitará mantener sus capacidades analógicas. Esto no es regresión, sino resiliencia. Los sistemas sofisticados deben adaptarse fluidamente entre las operaciones digitales y analógicas, comprendiendo las limitaciones de la tecnología.
Las organizaciones con visión de futuro abordan esta vulnerabilidad mediante lo siguiente:
¿La ironía? Los más avanzados tecnológicamente deberían estar mejor preparados para funcionar sin tecnología.
«Lo que más me molestó», reflexiona Sarah, «no fue el fallo del sistema. Fue que nadie parecía tener la capacidad de tomar decisiones sin él». En nuestra prisa por digitalizar la atención médica, es posible que también hayamos digitalizado nuestra toma de decisiones.
Si mañana todas las pantallas se apagaran, ¿seguiría funcionando su organización sanitaria? ¿O los pacientes, como David, se quedarían esperando, hambrientos, confundidos y preguntándose por qué nadie tenía bolígrafos y formularios de reserva?
El respaldo definitivo no es digital: es la capacidad de actuar cuando lo digital falla.
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